
Reflexión: Modelos de atención

A partir del análisis de la lectura “Las raíces del conflicto” de Joseph Muñoz Rendón y Manuel Güell Barceló, la cual hace referencia a distintos modelos de trato y atención que se brindaba a las personas con discapacidad caracterizados por influencias culturales y sociales correspondientes a los diferentes contextos y períodos de tiempo en los que se desarrollaron; el primero de ellos surge en el auge de las grandes culturas antiguas como la griega y la egipcia, durante esa época, las personas que padecían alguna discapacidad eran eliminadas a través de sistemas realmente crueles, debido a que no cumplían con sus expectativas e ideales de salud, fuerza y belleza; el segundo modelo es el de segregación, en el cual surgieron los primeros estudios acerca de las personas con retraso mental actualmente conocida como discapacidad intelectual, la educación de los niños deficientes tuvo lugar en las residencias de baja calidad cuya finalidad era brindarles atención educativa de manera aislada al resto de los demás niños, durante este lapso de tiempo el tener un familiar con discapacidad era considerado una situación vergonzosa motivo por el cual en muchas ocasiones optaban por mantenerlos ocultos dentro del hogar o de recurrir a instituciones encargadas de acoger a todas las personas que eran rechazadas por la sociedad, el tercer y último modelo de atención es el de “integración” éste se caracteriza por reconocer que en circunstancias de marginación y segregación las personas con discapacidad no se desarrollan de manera adecuada, ante ello maestros, pedagogos, psicólogos y científicos consideraban que éste era el modelo más adecuado para tratar a las deficiencias por que se basaba en un enfoque de respeto hacia la diversidad.
A partir de este contexto tuve la oportunidad de acercarme al caso de un joven con discapacidad, que por sus características de atención corresponde al modelo de segregación, dicho caso ocurrió aproximadamente en el año de 1975, cuando la Educación Especial se encontraba muy al margen de las prioridades del sistema educativo mexicano.
Antes de comenzar es preciso mencionar que conocí la historia de Manuel a través de relatos que mi madre me refirió.
Manuel era un niño de aproximadamente once años de edad que padecía parálisis cerebral espástica (los músculos de las personas que la padecen están rígidos y contraídos permanentemente). El menor vivía en condiciones totalmente deplorables, recibía escasa atención por parte de sus padres, quienes simplemente optaron por mantenerlo oculto en casa, privándole de toda educación y apoyo que mejorará el estado dependiente en el que se encontraba su hijo; no tenía prácticamente movilidad, ni un medio de comunicación, en concreto por las condiciones particulares de la parálisis cerebral no era capaz de satisfacer sus necesidades básicas.
El nivel socioeconómico de la familia de Manuel era medio a pesar de que sus padres se pasaban la mayor parte del tiempo trabajando, dejaban a su hijo al cuidado de su abuela; no se preocupaban por buscar apoyo profesional que pudiera favorecer el desarrollo de Manuel, en primer lugar porque no contaban con los recursos económicos suficientes, en segundo lugar porque tampoco disponían del tiempo necesario para ello y en tercer lugar porque creían que cualquier apoyo dirigido a Manuel sería en vano, ya que él jamás se recuperaría; de esta manera Manuel creció en un contexto sociofamiliar muy pobre caracterizado por la desatención, indiferencia, segregación y finalmente deprivación cultural, lamentablemente sin recibir ayuda alguna. Manuel vivió en condiciones de extremo rechazo sin tener la oportunidad de tener una mejor calidad de vida hasta el final de sus días.
Hoy día a pesar de que se supone que el Sistema Educativo Mexicano se encuentra en una fase de atención, que apunta hacia la inclusión y educación de calidad apoyado por el Plan Nacional de Desarrollo y el Programa Sectorial de Educación nacional y estatal, aún muchas personas, no cuentan con los servicios educativos especializados, ya que desconocen los beneficios de la atención y estimulación desde una temprana edad, la escolarización básica y capacitación para el trabajo destinada para personas con discapacidad.
En cuanto a la sociedad, las personas que son completamente ajenas al tema de la discapacidad, en múltiples ocasiones tienden a manifestar actitudes de discriminación hacia las personas que padecen discapacidad ya sea por la falta de información, mal uso de ésta o falta de sensibilización para aceptar la diversidad.
Ante lo anterior expuesto dentro de mis principales funciones y retos como futura Licenciada en Educación Especial se encuentran el proporcionar a la comunidad educativa información pertinente, misma que pueda ser difundida posteriormente hacia los miembros de toda la población, con la finalidad de promover una mayor comprensión y aceptación de la discapacidad; debo fomentar valores de respeto hacia la diversidad, para evitar las conductas discriminatorias producidas dentro del contexto escolar por los alumnos, y sobre todo hacer efectivo el derecho de todas las personas de acceder a una educación de calidad, promoviendo la inclusión de todos los alumnos en la escuela regular como miembros valiosos de la sociedad, sin embargo para quienes no logren esa inclusión por las condiciones específicas de la discapacidad que padezcan, procurar la satisfacción de sus necesidades básicas de aprendizaje teniendo como objetivo lograr su autonomía e interdependencia y por ende una mejor calidad de vida.



